Todo era oscuridad. Intentó moverse pero no pudo, su
cuerpo no respondía. Empezó a pensar en lo sucedido, sus recuerdos eran
confusos. Solo recordaba fragmentos oscuros y los gritos de su familia. Oyó
susurros; pronto se dio cuenta que eran lamentos.
Entonces, su
cuerpo reaccionó y comenzó a moverse. Los susurros eran cada vez más fuertes,
empezó a divisar una pequeña luz azul. Caminó durante lo que le parecieron
horas. La luz se hacía más y más grande hasta que llegó.
Eran almas.
Almas de gente asesinada que lamentaba su cruel destino, resignándose a rondar
en el vacío perpetuamente. En ese instante se dio cuenta de que él era un alma
más, estaba muerto.
Se acordó de
su familia. Sus gritos sonaban cada vez más fuertes en su interior. Pensó en
sus jefes, asesinos avarientos sin
escrúpulos que habían destrozado todo lo que él amaba. Veía el rostro pálido
de su mujer mientras le pedía ayuda. Se vio a sí mismo: sus ojos azules, que en
otra época rebosaban alegría y cansancio, solo reflejaban desesperación. Recordó que siendo él niño, conoció a la que era su
mujer, la mujer que tanto había amado y respetado. Ahora ya no estaba.
Entonces, un
deseo ardiente de venganza creció rápidamente en su interior. No pensaba
quedarse allí lamentándose, juró que se vengaría.
Abrió los ojos.
Había nacido la
bestia de piedra.
FIN
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