De esta historia que
voy a contar no puedo dar fe, pero lo hago constar en aras de la autenticidad
de los hechos que aquí narro.
Corría el año 1890 en México, en las minas que se encontraban
entre las montañas de Calua. Un minero llamado Simon Carter trabajaba en ellas
día y noche para poder alimentar a su pobre familia: su mujer y su pequeño
Jimmy. Llevaban años
en esas minas y sus propietarios (John Mckubin, Aston Wales y Charles Cooper) ya eran muy ricos, pues cada mes
encontraban más y más minerales.
Aquel día, como
otros muchos, Simon se levantó muy temprano para ir al trabajo. Cuando llegó,
se puso su uniforme y lo mandaron solo a las profundidades de las minas para
que empezara su labor. Así pues, comenzó a picar y cuando llevaba ya varias
horas, se topó con una pared que, al caer, dejó a la vista unos extraños
dibujos. Él no sabía qué era, pues no era su labor ser culto, pero se hallaba
frente a una gran pirámide maya.
Cogió su pico
y subió a la fábrica donde se encontraban sus jefes. Les contó lo que había
visto y los tres bajaron a examinarlo rápidamente. Ellos sí eran
cultos, pues todo el dinero conseguido se lo permitía, y enseguida se dieron
cuenta de lo que era. Picaron un
poco más esa zona para asegurarse de que estaban en lo cierto, y pronto
empezaron a salir escalinatas. Realmente era una pirámide maya. Los tres,
nerviosos, se pusieron a hablar:
-Esto es un desastre – comentó Aston-. Esta pirámide
podría arruinarnos el negocio.
-Si el gobierno se entera nos expropiarán las minas
para poder exponérselo a los malditos
turistas -añadió John
-Bueno, tranquilos –dijo Charles-. De esto no tiene por
qué enterarse nadie, y solo hay una forma de evitar que esto salga a la luz,
debemos matarle.
Esa noche, la
familia Carter dormía tranquilamente en su pequeña y lúgubre cabaña. Todos
estaban profundamente dormidos y nadie oyó el leve crujir de la madera. Los
pasos se dirigieron a la habitación del niño y un grito despertó a Simon.
Sobresaltado, salió a ver qué ocurría , pero unas fuertes manos le taparon la
boca. Sintió un dolor punzante y, mientras veía cómo oscurecía, oyó a su mujer
chillar antes de que la estrangularan en su cama.
Continuará...
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